Comer es uno de los grandes placeres del ser humano. No solo cumple una necesidad fisiológica, sino que brinda una infinidad de placeres sensoriales: sabor, textura, olor, color y temperatura. La comida es mágica, los ingredientes de un plato pueden transmitir la historia de todo un pueblo. Al comer, conocemos nuevas culturas, apreciamos el esfuerzo del cocinero y creamos recuerdos que nos pueden durar toda la vida.
En Panamá, la comida es un reflejo de nosotros mismos: una mezcla de sabores, olores, texturas y colores. Tenemos la cocina afroantillana de Colón y Bocas del Toro con toques de curri y ají chombo, la comida de nuestros pueblos originarios como los Guna, los Ngäbe y los Emberá, y una cocina criolla interiorana menos picante pero igual de sabrosa. Gracias a las múltiples migraciones que ha tenido nuestro país desde tiempos inmemoriales, platillos e ingredientes de múltiples culturas ahora son parte de nuestro diario comer. Queda claro que nos gusta comer y sabemos cocinar, y por supuesto que uno de los ingredientes favoritos de nuestra cocina es el ají, que siempre está presente en sus múltiples variedades.